lunes, 7 de julio de 2014

MadriZ



Día 2

La Organización Mundial de la Salud dio la alarma de pandemia en Fase 4 “transmisión comprobada de persona a persona de un virus animal o un virus reagrupado humano-animal capaz de causar brotes a nivel comunitario". Se alcanzaron las siguientes fases en cuestión de horas.


El virus había traspasado las fronteras norte y sur de la península ibérica.  Su propagación por el continente africano y resto de Europa era inevitable. Las fuerzas militares de la OTAN no tuvieron tiempo de reagruparse y esperar instrucciones del Consejo del Atlántico Norte, Bruselas cayó al atardecer del segundo día.

Un intenso olor a putrefacción me hizo despertar. A mi alrededor se amontonaban cientos de cadáveres. Los muertos parecían haber estado enfermos porque su piel estaba escamosa como si fueran leprosos. Tenían restos de carne y sangre alrededor de sus bocas.
Seguramente los 35º grados que marcaba el mercurio en Madrid aceleró la descomposición de los cuerpos. Era obvio que la causa de la muerte de casi todos fuera un grave traumatismo craneoencefálico que se apreciaba a simple vista. Los no infectados utilizaron cualquier objeto contundente para exterminarlos.

Me encontraba en mitad de la calzada del Paseo del Prado muy cerca del la estación de Atocha, y no recordaba cómo acabé allí. Mi última imagen era que estaba paseando por el parque del Retiro, haría unas 24h.
Miré en todas direcciones y no vi nada que estuviera vivo. Decidí acercarme Atocha, con la esperanza de encontrar a alguien que pudiera explicarme lo sucedido. Algunos vehículos aún se encontraban en marcha quemando combustible y aproveché para escuchar noticias de la radio. Pero en todas las emisoras sonaba lo mismo, nada. Cogí del suelo los móviles que aún tenían batería, pero la cobertura en todos ellos había desaparecido. No había acceso ni a internet ni a llamadas salientes. Estaba totalmente incomunicada, completamente sola.


Cientos de panfletos cubrían el suelo. Se trataba de un comunicado del ejército y en varios idiomas decía lo siguiente; “atención, virus en propagación en fase 4. Manténgase alejados de los infectados. No se acerquen. Busquen refugio y comida hasta que se restablezca el orden”.


Se trataba de la primera información que pudiera justificar aquel espectáculo dantesco. Al principio, me aterrorizaba mirar a los muertos hasta que comprendí que formaba parte de mi nueva realidad. Cuanto antes la aceptara, más posibilidades tendría de sobrevivir.

Dejarme llevar por el pánico me conduciría a un túnel con salida a la muerte. Me paré a pocos metros de la Estación para pensar con sangre fría qué debía de hacer en las próximas horas. Necesitaba un cigarrillo para relajarme. Me dirigí al primer bar de la zona, y sin pensarlo agarré con fuerza una silla de su terraza y golpeé con fuerza a la máquina expendedora de tabaco. Cogí varios paquetes y los introduje en mi mochila.
Antes de provisionarme de víveres para las próximas horas, debía de comprobar si en la Estación de Atocha y alrededores, habría alguien con vida y no infectado.

Una vez en el interior busqué los megáfonos de información al viajero. Tuve que apartar más cuerpos para poder continuar y derribar puertas de acceso restringido o de personal autorizado.
Conseguí llegar a la sala provista con todo lo necesario para transmitir por megafonía. Pulsé varios botones de un panel y al momento se activó.
-¡Hola! ¿Hay alguien vivo? Soy una superviviente, y no estoy infectada. Por favor, necesito ayuda.

Lo repetí durante media hora, pero no obtuve respuesta. El silencio era lo más aterrador. Bajé hasta las vías de Renfe cercanías y AVE. Grité y grité pidiendo auxilio a pesar de correr el riesgo de que me encontraran antes los que tuvieran enfermos. Se acercaba la noche y debía buscar refugio para las horas nocturnas.
Con facilidad conseguí alojarme en una modesta habitación de un hotel próximo a la zona. La actividad que había experimentado durante el día me había quitado el apetito, pero me obligué a comer. No podía caer enferma, tenía que continuar luchando por sobrevivir en un mundo hasta ahora muerto.
La llegada de la noche no sólo trajo la oscuridad también los primeros sonidos de vida, aunque la verdad no parecían humanos.

Día 3

2 comentarios:

  1. La historia va mejorando conforme avanza. Lo que no entiendo es como los cuerpos sin vida no se han convertido en zombis. ¿Necesitan muchas horas, o algún requisito especial?

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  2. Los muertos eran zombies. Los han matado los no infectados.

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